La importancia de la flexibilidad en entornos ágiles

Normalmente cuando hablamos de agilidad, la mayoría de las personas suelen mencionar varios factores asociados a ella: velocidad (normalmente mal entendida e incorrectamente asociada a este término), colaboración y flexibilidad. Y de esta última es de la que quiero hablarte en este artículo, en concreto, sobre lo importante que es que seamos flexibles en entornos ágiles si queremos conseguir resultados positivos.

Tomemos como punto de partida uno de los pilares más importantes, por no decir el más importante, de la agilidad: el manifiesto ágil. En él, se nos habla de la importancia de adaptarnos al cambio y también se nos habla de aprovechar el cambio para proporcionar ventaja competitiva. Siendo esto así, ¿por qué debemos promover o más bien, asegurar la flexibilidad en este tipo de entornos?

En primer lugar, y teniendo en cuenta lo que comentábamos en el párrafo anterior sobre la ventaja competitiva, los entornos ágiles se caracterizan por ser “customer focused” es decir, por fomentar un papel activo del cliente dentro del desarrollo de la solución y posicionar al cliente en el centro de todo. Como es normal, y teniendo en cuenta los ecosistemas organizacionales actuales y lo rápido que cambian las necesidades y requisitos de los clientes/usuarios, se hace imprescindible que, en entornos ágiles, los equipos, sean capaz de adaptarse a estos cambios de manera rápida y eficiente.

En segundo lugar, y, continuando con las menciones al manifiesto ágil, ya sabes lo importante que son las personas y las interacciones entre ellas cuando trabajamos en este tipo de entornos. De ahí que, de cara a poder trabajar de manera colaborativa y poniendo foco en la consecución de los objetivos de la solución, la flexibilidad se hace imprescindible. Gracias a ella, las personas que forman parte de los equipos son proactivas y capaces de tomar decisiones por ellos mismos y sin necesidad de que otros les indiquen que deben hacer, todo ello, en pos de conseguir cumplir las metas acordadas. En este caso, es clave que aquellas personas que lideren el desarrollo de la solución o el equipo en sí también fomenten un ambiente de flexibilidad para que los miembros de sus equipos puedan trabajar de manera eficiente y efectiva.

En tercer lugar, la naturaleza iterativa de los procesos ágiles promueve que los equipos trabajen en sprints o iteraciones cortas. Gracias a estos ciclos cortos de trabajo, el equipo realiza entregas tempranas de la solución y le permite recibir feedback de los usuarios/clientes periódicamente y de manera recurrente. La obtención de este feedback en etapas tempranas del desarrollo, favorecen que, en el caso en el que haya que realizar cambios o modificaciones, el coste de dicho cambio, se reduzca de manera significativa, y, por tanto, el equipo puede realizar correcciones y cambios en la solución sin que el impacto de dichos cambios sea muy elevado. Sin la flexibilidad derivada de los ciclos iterativos, y de la colaboración temprana con el cliente, esta respuesta rápida ante el cambio sería muy complicada.

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