En episodios anteriores vimos por qué lo de ser resiliente es importante para una organización. También que más no es necesariamente mejor. Así que nos quedaba pendiente abordar las posibilidades que existen para definir el nivel de resiliencia. A ello vamos.
Realmente, ¿qué estamos midiendo?
Esta es la primera pregunta.
Un ejercicio sencillo: haced una búsqueda en Google para localizar alternativas de medición de resiliencia de una organización (recomendable hacerlo en inglés para obtener más opciones). Os van a aparecer diferentes propuestas de medición. Cada una con su interpretación de resiliencia y su enfoque.
Por eso suelo repetir la definición de partida de resiliencia en estos artículos, extraída de la ISO 22316 (de acceso libre, en inglés, en iso.org). Es muy sano referirnos a lo mismo cuando usamos un mismo término. Con la resiliencia no suele suceder.
Así que la primera recomendación es que nos fijemos en qué elementos mide.
Normalmente nos encontramos ante dos opciones: la resiliencia como resultado y la resiliencia como “metacapacidad”, es decir, como integración de diversas capacidades de la organización.
Después de esto, podemos pasar al punto siguiente.
¿Y cómo podemos medir?
Una vez escogido el camino de la integración de dimensiones, podemos encontrar distintos enfoques, con sus diferencias y similitudes, para llevar a cabo las mediciones.
La principal diferencia radica en su estructura y contenido. Los aspectos que incluyen están muy influidos por los puntos de partida mencionados arriba (su concepción de resiliencia) y su intención, que condicionará su utilidad final.
- La medición de resiliencia como resultado suele estar vinculada a estudios comparativos a posteri, normalmente tras un episodio crítico, en los que se establecen unos parámetros de referencia (en muchos casos, desde la perspectiva financiera) que acaban identificando qué empresas se desenvolvieron mejor. Suelen centrarse en identificar a las más resilientes.
- La segunda opción, la resiliencia como integración de capacidades, tiene bajo mi punto de vista una mayor utilidad práctica. Este planteamiento permite evaluar la resiliencia a través de un patrón de dimensiones vinculadas.
1. Visión compartida y propósito claro. 2. Comprensión e influencia del contexto. 3. Liderazgo eficaz y empoderamiento. | 4. Cultura de apoyo a la resiliencia organizacional. 5. Información y conocimientos compartidos. 6. Disponibilidad de recursos. | 7. Desarrollo y coordinación de las disciplinas de gestión. 8. Apoyo a la mejora continua. 9. Capacidad para anticipar y gestionar el cambio. |
- Se pueden encontrar opciones más influidas por visión tradicional, vinculada a la crisis, con un planteamiento más secuencial. Este es el caso de la matriz de análisis de resiliencia de Hollnagel (RAG, por sus siglas en inglés), que identifica cuatro piedras angulares de la resiliencia: monitorizar, anticipar, responder y aprender.
- Existen otros enfoques que se alejan de esta estructura. Aquí se puede mencionar el Marco de Resiliencia Organizacional del BSI, que evalúa la resiliencia a partir de dimensiones alejadas de la literatura habitual en esta temática: liderazgo, personas, proceso y producto.
Dedicado a la Planificación e Implementación estratégica desde hace mas de 15 años. Secretario general del CIP Institute, relativo a la Gestión de Crisis y miembro fundador de la APGP (Asociación de Profesionales de la Gestión de Proyectos). Vinculado a Comités de ISO y UNE en Materia de Gestión de Proyectos y Gobernanza de las Organizaciones. MBA, PMP, PM2 Advanced Certificate, Auditor Jefe ISO 22301 Continuidad de Negocio.