Si llevas tiempo leyendo mis artículos sabrás que pocas veces uso la palabra proyectos y que cuando hablo de agilidad normalmente suelo usar términos más cercanos a gestión de productos o soluciones. Sin embargo, hoy quiero centrarme un poco en la gestión de proyectos en sí.
Aunque me encantaría que el desarrollo de soluciones y productos estuviese orientado a equipos y no a proyectos o incluso orientado a la gestión del valor del propio producto o solución, la realidad dista mucho de ser así, y, aunque me duela en enormemente decirlo, la mayoría de las veces lo que gestionamos son proyectos. Dicho esto, y teniendo en cuenta en qué circunstancias la filosofía ágil encaja en la gestión de determinados proyectos, hoy me gustaría hablarte de cómo la agilidad puede ayudar en la gestión y entrega de proyectos.
Hoy en día vivimos en entornos VUCA, que son entornos volátiles, inciertos, complejos y ambiguos. Entornos donde todo se mueve de manera vertiginosa y las empresas deben poder estar a la altura. En estos entornos, las organizaciones necesitan moverse de manera rápida y eficiente de cara a seguir siendo competitivos. Y en lo referente a la gestión de proyectos, si la organización quiere entregar y hacerlo con valor abogar por el delivery agile en estos casos parece de lo más lógico.
Ya sabes que, aunque agile nació en el mundo del desarrollo de software, esta filosofía y el delivery que la acompaña a través de sus marcos de trabajo y prácticas se ha extendido por otras industrias, incluyendo el sector educativo, financiero o el sector seguros entre otros. Y, es que, la flexibilidad que aporta este tipo de delivery, la frecuencia de las iteraciones con los clientes y la inspección y ajuste frecuentes han sido variables clave a la hora de que las organizaciones “no IT” hayan acogido este delivery con “los brazos abiertos”
Cuando se trata de gestionar proyectos, apoyarnos en el delivery agile es muy beneficioso, por ejemplo, en lo que a flexibilidad se refiere. Enfoques tradicionales como el cascada se sustentas en procesos más secuenciales y lineales, donde, desde el inicio, se tiene “claro” que es lo que se quiere entregar. Pero, teniendo en cuenta el dinamismo de los entornos actuales donde los requisitos cambian a gran velocidad, enfoques iterativos y adaptativos como el ágil, permite cambiar fácilmente el enfoque según las necesidades cambiantes del cliente o de los usuarios reduciendo el riesgo de entregar soluciones sin valor y cuyo coste de cambio es muy elevado.
Otra forma en la que el delivery agile beneficia en la gestión de proyectos es en la colaboración. Como sabes, en agilidad se enfatiza mucho la importancia de que el equipo colabore durante todo el ciclo de vida de la solución. Y con colaborar, entendemos el que el equipo tome decisiones de manera conjunta, trabaje “mano a mano” con todos los stakeholders del proyecto, y garantice que todo el mundo comparta los objetivos del proyecto. Todo esto, ayuda a que se promueva una cultura de comunicación fluida, confianza y, lo más importante, transparencia. Al igual…
Manager y Scrum Master en una de las Consultoras más importantes del país. Tuvo la suerte de nacer en Sevilla y de poder desarrollar su carrera en esa ciudad. En sus ratos libres podrás encontrarla disfrutando de su pequeña, paseando por las calles de su ciudad leyendo un buen libro.
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