En mi anterior artículo hablaba de las dimensiones a tener en cuenta en un proceso de transformación digital y en este, vamos a intentar visibilizar, desde mi punto de vista, cómo deberíamos llevar adelante dicho proceso.
En primer lugar, permíteme una reflexión: Las transformaciones son difíciles y las digitales aún más. Lamento el spoiler, pero quisiera dejar claro que nadie te puede decir que este proceso va a ser fácil (si alguien lo hace, ¡desconfía!).
Según una encuesta realizada por McKinsey, solo el 16% de los ejecutivos afirma que la transformación digital de su organización ha mejorado con éxito el rendimiento y les ha proporcionado las bases para mantener los cambios a largo plazo. Incluso las industrias con conocimientos digitales, como las empresas tecnológicas, los medios de comunicación y las telecomunicaciones, tienen dificultades. Entre estas industrias, la tasa de éxito no supera el 26%. Pero en las industrias más tradicionales, como el petróleo y el gas, la automoción, las infraestructuras y los productos farmacéuticos, las transformaciones digitales son aún más difíciles: las tasas de éxito se sitúan entre el 4% y el 11%.
Quiero advertirte (y creo que hasta ahora he sido bastante claro al respecto) que NO podemos permitirnos el lujo de no abordar el proceso simplemente porque vaya a resultar difícil.
La transformación digital es hoy más que nunca una prioridad estratégica (podéis llamarme pesado, pero quiero insistir en la idea de que cualquier proceso de transformación debe estar pensado y planificado acorde a una estrategia) para poder afrontar con garantías los retos a los que nos enfrentamos desde nuestras empresas. La necesidad de dar respuesta a las crecientes expectativas de nuestros clientes (realmente debemos de ser conscientes de que es vital interiorizar que el cliente es núcleo alrededor del cual debe girar nuestra estrategia), ofrecer servicios cada vez más personalizados y contribuir a mejorar la competitividad, son hoy día cuestiones fundamentales a las que, como empresa que aspira a jugar un papel relevante en su ámbito, no podemos renunciar.
A su vez, debemos comprender e interiorizar que la transformación digital debe ser un proceso continuo que debe tener por objeto transformar todos los aspectos de la empresa a partir del uso de las tecnologías digitales. La transformación digital permitirá que la compañía desarrolle nuevas capacidades, nuevas habilidades que le permitan innovar de forma permanente, para poder responder a los constantes cambios del mercado y, en un estadio superior, anticiparse y generar disrupciones en su entorno.
Una vez establecido el contexto y siempre desde mi visión, ¿cómo podríamos abordar este proceso?
En primer lugar, estableciendo nuestras prioridades, si me permites la confianza, buscando aquello que más dolor nos provoca en nuestra empresa, ya que un plan de transformación digital nos debe proporcionar una comprensión clara de los objetivos que se buscan alcanzar y los pasos que se deben llevar a cabo para alcanzar esa meta. Para ello, puedes tener en cuenta los siguientes puntos:
- Realiza un análisis de las necesidades de tu empresa para ordenar por prioridad las áreas con mayor potencial / impacto de optimización.
- Crea objetivos específicos y medibles en el tiempo.
- Define cómo vas a medir la efectividad de tu plan de transformación digital.
A continuación, analiza y reconoce tus opciones.
Cuando organices tu plan de transformación digital es importante que tengas en cuenta tu visión y tus necesidades, pero también sería muy recomendable que exploraras con detenimiento las visiones de tus clientes y proveedores porque te permitirán ampliar tu percepción del entorno. En muchas ocasiones los objetivos de la organización no están alineados con lo que el cliente busca y esto genera que las inversiones hechas en nuevas tecnologías no tengan fruto y tal como comentaba antes, el cliente debe permanecer en el centro de nuestra estrategia (sin él no podemos vivir).
Al mismo tiempo, es importante entender dónde pones el foco de tu negocio y qué aliados y relaciones tienes. Para ello es muy útil realizar un análisis de la competencia, especialmente de aquella que acabe de irrumpir desde un punto de vista digital y de las tendencias actuales del mercado. No olvidemos que el entorno competitivo se está volviendo cada vez más dinámico para la mayoría de las empresas.
Es clave comprender que la transformación digital traerá aparejado un replanteo estratégico de nuestra organización, su modelo de negocio y la relación con los clientes
Con estas reflexiones tu plan debería apuntar en la dirección correcta.
Luego examina detenidamente tus recursos, define tu rango de inversión razonable y, muy importante, establece un horizonte temporal.
Es muy común encontrar empresas que abandonan sus procesos de transformación digital por falta de presupuesto. Por ello, es muy importante —después de definir tus prioridades y objetivos— establecer el presupuesto que destinarás para cada acción. Sé consciente de que un proyecto estancado no solo no aportará valor, sino que hará que tu empresa pierda dinero, así que debes ser realista con el presupuesto.
Una vez analizadas tus opciones y establecido el marco de actuación, escoge entre tus opciones aquellas más adecuadas para tu negocio.
Sé realista y sé consciente de que para implementar la transformación digital en tu empresa no es necesario recurrir a todas las tecnologías existentes. Selecciona aquella o aquellas que respalden en plan en el que vienes trabajando y que ayude a cumplir tus objetivos.
Recuerda el primer paso que hemos comentado antes y en base a ello, valora la implementación de la herramienta concreta que permita alcanzar tus objetivos.
Ahora, por fin, llegará el momento de poner todo esto en marcha, pero sin olvidar que todo ello no está escrito en piedra. Es muy probable que existan etapas que sufran modificaciones o que tengan que dividirse en diversas acciones más pequeñas para poder continuar avanzando hacia los objetivos establecidos.
Sería prudente establecer ciertos hitos intermedios que te permitan valorar y analizar cómo va el avance, los obstáculos que se están manifestando y los medios para solventarlos, de tal forma que puedas ajustar el plan.
Y, por último, aunque, desde luego importantísimo, mide, mide y vuelve a medir los resultados que el proceso está teniendo sobre los objetivos establecidos. Recuerda que el proceso es continuo y debe estar en constante construcción y evolución.
¡Mucho ánimo en tu proceso!
¡Hasta nuestro siguiente encuentro!
Soy Project Manager de mi propia empresa, ¿Qué más puedo pedir? Disfruto mucho cuando nuestros proyectos provocan auténticas transformaciones en los procesos. Riojano de adopción (por el poder del anillo) y apasionado de los viajes y la gastronomía y tras muchos años de experiencia os puedo garantizar que la mejor botella de vino es la que compartes con unos buenos amigos.