En el artículo anterior reflexionábamos sobre qué motiva realmente a los equipos de proyecto, y cómo las metodologías ágiles y tradicionales pueden influir en ese compromiso a través de factores como la autonomía, la maestría o el propósito, pero hay un elemento aún más profundo que actúa como el terreno donde todo eso germina: la cultura organizacional.
Podemos diseñar estructuras, aplicar metodologías, lanzar iniciativas… pero si la cultura no acompaña, tarde o temprano las personas desconectan. Porque la cultura organizacional no es un cartel con valores en la entrada de la oficina, ni un vídeo inspirador en la intranet. Es lo que sucede cuando nadie está mirando, es decir, cómo se toman las decisiones, cómo se trata a las personas, cómo se gestiona el conflicto, cómo se celebra (o no) el éxito. En ese sentido, la cultura puede ser una aliada silenciosa de la motivación… o su mayor saboteadora. En un entorno donde se premia la iniciativa, se escucha al equipo y se da espacio para crecer, refuerza el compromiso día a día. Pero si por el contrario se imponen dinámicas de control, castigo ante el error o falta de reconocimiento, poco importa la metodología que utilicemos: el equipo acabará desmotivado.
Los equipos no operan en el vacío. Operan en un contexto cultural y aunque a veces ese contexto parece inamovible, los líderes de proyecto tienen más influencia de la que creen. Son, en muchos casos, los traductores de la cultura de la organización al día a día del proyecto.
Según un estudio de McKinsey (2021), las empresas con culturas organizacionales “saludables” tienen unas 3 veces más probabilidades de tener equipos comprometidos y alto rendimiento en sus proyectos. ¿Qué significa “saludable”? Que hay confianza, autonomía, claridad de propósito y una verdadera escucha a las personas.
Esto es especialmente evidente en entornos ágiles, donde el marco de trabajo exige una cultura de apertura, colaboración y feedback continuo. Cuando esta cultura está presente, los equipos se autogestionan con eficacia, toman decisiones alineadas con el propósito del proyecto y aprenden de forma constante.
En cambio, en culturas más jerárquicas o rígidas, los equipos ágiles funcionan con dificultad, ya que los valores culturales y los valores del método entran en…