Permíteme hacer una breve recapitulación acerca de lo imprescindible de acometer un proceso (recuerda: ordenado y planificado) de transformación digital.
Sé que vamos por el segundo número de la nueva temporada de Stakehorlders, pero en Logroño tenemos una extraña costumbre, fruto de que las fiestas de la ciudad son durante la semana en la que caiga el 21 de septiembre (festividad de San Mateo, que en Logroño se aprovecha para celebrar la fiesta de la vendimia), nuestro curso académico, en realidad casi toda actividad profesional de cierta duración, no comienza hasta octubre y, es por ello que os propongo esta recapitulación (también servirá para establecer el punto de partida de esta sección para todas aquellas personas que accedan por primera vez a esta publicación desde esta temporada) con el artículo de este mes.
Voy a intentar explicarme con un ejemplo que creo que puede ser bastante clarificador de lo que pretendo reflejar cuando hablo de lo imprescindible de acometer el proceso de una verdadera transformación digital.
Me gustaría que intentaras recordar de la forma más precisa posible tu primer coche (si no has tenido primer coche, pegunta a quien sí lo haya tenido 😊) e intentes obviar los aspectos sentimentales que te unieron a él. Evidentemente, dependiendo de tu edad ese primer coche estará más o menos lejos en el tiempo.
Os voy a intentar trasladar el ejemplo con mi caso real. Yo tengo ya cierta edad y mi primer coche, heredado de mis padres, fue un Simca 1200 Special (para los que ni siquiera os suene la marca, ésta se encontraba dentro del grupo Chrysler y luego pasó a denominarse Talbot-también desaparecida-) que era una maravilla en la época ya que tenía una especie de “efecto GTI”, pero bastante antes de los primeros GTI. Tenía un carburador doble cuerpo de apertura simultánea, cárter de aluminio, colectores de escape de dos salidas independientes, servofreno, 5 puertas, gran capacidad en el maletero, faros auxiliares de largo alcance, asientos ‘Confort’ tapizados en terciopelo, etc….(¡Cuántos recuerdos!).
De ahí pasé a un Ford Escort GT, ya con 95 caballos de potencia, Inyección electrónica, frenos de disco, cierre centralizado y faros antiniebla. Como anécdota (impensable hoy en día) comentaros que tuve que instalarle yo los cinturones de seguridad traseros, que de aquella no eran obligatorios.
El siguiente fue un Volkswagen Passat 1.8 Turbo con 150CV, con mejoras de seguridad como ABS, Airbags, control de tracción, dirección asistida, anclajes ISOFIX, ordenador de a bordo, climatizador, etc.
El siguiente escalón fue un Volvo XC 90 con 185 CV, tracción a las 4 ruedas, 7 airbags, asistencia de frenada de emergencia, DTC, giroscopio para evitar vuelcos, control de velocidad, faros de Xenon, climatizador, alarma…
Por último, mi coche actual que es un Hyundai Santa Fe de 200CV, 4×4, 8 velocidades, DTC, Asistencias a la conducción, luces led adaptativas, asistencia frenada de emergencia, climatizador varias zonas, asientos de cuero climatizados, asientos eléctricos con memoria…, más potencia que el Volvo, pero más eficiencia (¡casi 1,5 litros menos a los 100 km!) y gracias a las ayudas a la conducción más seguro.
Y, aunque este no es el caso, imaginemos que mi aspiración para mi siguiente cambio fuese a un Tesla Model X que actualmente tiene 1.020 CV, todas las asistencias a la conducción que permite la ley, todas las comodidades imaginables e incluso, su software se actualiza automáticamente sin necesidad de pasar por el taller.
Cada cambio, por sí mismo, no plantea ninguna disrupción, pero sí una evolución, una adaptación a las mejoras de seguridad, de eficiencia, …de competitividad y, desde luego, la diferencia entre el primero y el último sí es relevante.
Supongo que a estas alturas te estarás preguntando que adonde quiero llegar. Ahora voy a ello.
En definitiva, si hubiese hecho los mantenimientos adecuados, yo podría estar conduciendo ahora, igual no con el Simca (aunque hay coches más viejos circulando todavía por ahí), pero es probable que sí con el Ford y seguro con el VW o el Volvo, pero….si esto fuera mi método de transporte para mi negocio (por si todavía no te has dado cuenta, el coche busca ser un símil de las herramientas de software que utilizamos en nuestros negocios), desde luego no podría ser competitivo.
Los consumos (la eficiencia no era un factor que se tuviese en cuenta en los diseños de los coches de antes, ni desde luego en el software), los mantenimientos (encontrar mecánicos, talleres e incluso repuestos…traslada esto a técnicos, empresas de software, herramientas de programación), la seguridad (hoy hablamos que prácticamente cualquier vehículo cuenta con ayudas a la conducción centradas en favorecer la seguridad tanto de pasajeros como de peatones. Trasladado al mundo del software, si las herramientas utilizadas son demasiado antiguas, tendrán que estar instaladas en máquinas con Sistemas operativos previsiblemente descatalogados y, por tanto, sin ningún tipo de soporte de seguridad) tendrían un impacto relevante en mi capacidad de servicio. Incluso, hoy en día, no podría dar un servicio adecuado en las zonas de bajas emisiones ya existentes en la mayoría de las ciudades (en la equivalencia de las herramientas de software, podría ser que no puedo integrarme con otras herramientas tales como los ERP de mis clientes o no puedo publicar APIs o Web services que permitan una integración automática de mis sistemas de información).
Sin embargo, un recién llegado (una nueva empresa en mi sector) empezará, puede que no con un Tesla, pero sí con cualquier coche híbrido, enchufable o de hidrógeno que, por un lado, será mucho más eficiente, ecológico y al que le permitirán la entrada en todas las zonas de todas las ciudades.
Trasladando lo anterior al software, cualquier recién llegado, dispondrá de herramientas más eficientes, con mucho menos mantenimiento, puede que en la nube, con toda su información integrada, dotadas de posibilidades de explotación visuales y potentes, con posibilidades de análisis Big Data y, desde luego, con todas las capacidades de comunicación con cualquier otra herramienta, ya que hoy es fácil el acceso a todas estas capacidades en la modalidad de pago por uso, lo cual evita las grandes inversiones de entrada y, por tanto, probar si ese nuevo modelo de negocio es viable, antes de afrontar inversiones potentes.
¿Te imaginas conduciendo hoy tu primer coche para las gestiones de tu empresa?, ¿para llevar a tu familia de vacaciones?, ¿son comparables las sensaciones que tendrías al conducir ese coche y las que tienes al conducir el actual?, entonces, ¿por qué no te paras a pensar si las herramientas con las que estás gestionando tu empresa son las adecuadas?, ¿por qué aún hay procesos no digitalizados e integrados?, ¿por qué hay departamentos que siguen “gestionando” su información con Excel o con Access?, ¿por qué siguen existiendo silos de información en tu compañía o incluso dentro de cada departamento?, ¿por qué los datos de producción no están siendo explotados?, ¿por qué….?
¿Te planteas ahora cuánto necesitas transformar tus procesos y tus herramientas antes de que sea demasiado tarde? y, si tienes dudas porque piensas que no dispones internamente del criterio para trazar un plan de transformación y llevarlo a cabo cumpliendo las expectativas establecidas, pide ayuda a profesionales que te faciliten una transición adecuada.
Espero que el ejemplo os haya permitido visualizar en primera persona lo imprescindible que resulta afrontar el proceso de la transformación digital de forma inmediata, pero, insisto, con criterio y con un plan que marque claramente hacia dónde queremos ir para saber a dónde queremos llegar (Schopenhauer diría: “No hay viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige”) y dónde queremos estar mañana, el trimestre próximo, el año que viene….y sin ahogarnos en el intento.
En mi próximo artículo hablaré de las diferentes dimensiones que, bajo mi punto de vista, se deben tener en cuenta en cualquier proceso de transformación digital.
¡Hasta nuestro siguiente encuentro!
Soy Project Manager de mi propia empresa, ¿Qué más puedo pedir? Disfruto mucho cuando nuestros proyectos provocan auténticas transformaciones en los procesos. Riojano de adopción (por el poder del anillo) y apasionado de los viajes y la gastronomía y tras muchos años de experiencia os puedo garantizar que la mejor botella de vino es la que compartes con unos buenos amigos.