Sin coraje somos como un tronco a la deriva

El coraje personal y ponerse retos continuos son esenciales para la evolución profesional

EL PROBLEMA DE LA FALTA DE CORAJE

Hablemos del cambio personal. Hemos fracasado tantas veces en los intentos de cambio al regreso de vacaciones o a primeros de año, que ya no nos atrevemos a proponernos a nosotros mismos nuevas metas. Nos quedamos en la mediocridad porque no nos proponernos nuevos objetivos a sabiendas de que será imposible conseguiremos. Llegamos a la meseta de la tranquilidad, en la que no nos gustan muchas cosas, pero derrotados por todas las anteriores batallas no tenemos fuerza metal para proponernos un cambio.

Esto te afecta en muchos aspectos laborales (lo importante siempre va detrás, se trabaja dirigido por las urgencias de los demás, la tensión aumenta con la carga de trabajo sin resolver, la jornada se debe extender, etc.) y personales (no hago deporte, salgo tarde del trabajo, la familia siempre va por detrás, descansas poco, el ocio queda postergado, me alimento mal, etc.). De esta forma, nuestro contexto va cambiando, pero nosotros no somos capaces de imprimir esas mejoras en nuestra vida que nos permitirá evolucionar. Es aquí en dónde encaja el alegato al coraje personal. El coraje está reconocido como uno de los motores del Modelo de Referencia para la productividad profesional definido en la norma UNE 71404.

QUÉ APORTA EL CORAJE

El coraje es el impulso que nos lleva a tomar un camino que nos resulta hoy difícil, y que requiere un esfuerzo importante y continuado. Por ejemplo, el levantarse todos los días una hora antes para hacer deporte. Pero lo importante del coraje, no es tanto la decisión inicial, sino mantenerlo en el tiempo. Generar un cambio personal siempre es difícil, es un reto que no hay que menospreciar.

La lucha contra uno mismo para mejorar es una batalla constante en la vida, por ello, es importante entender algunas herramientas que facilitan el cambio.

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