
Saludos cordiales y bienvenidos a un febrero que se desarrolla emocionante. En este artículo, abordaré un tema tremendamente grave que me preocupa enormemente y que suelo detectar con muchísima más frecuencia de lo que me gustaría y de lo que considero admisible por el bien de las organizaciones: la deshonra del apellido.
Tenga por seguro quien lee que no me estoy refiriendo a un asunto exclusivo de las empresas familiares. Este problema lo veo con tremenda asiduidad tanto en organizaciones grandes, medianas y pequeñas, incluyendo startups, como en Administraciones públicas de cualquier índole.
Vivimos cada vez más en un mundo de proyectos, donde percibimos aquello que necesitamos como iniciativas temporales con objetivos específicos, ya sea en tecnología, innovación, o incluso en la transformación de negocios. En el ámbito de las organizaciones, cada vez más los recursos que se nos ofrecen para el cumplimiento de nuestras metas o el desarrollo de nuestra actividad se presentan como proyectos.
Esta cultura de proyectos, aparentemente idílica, suele convertirse en una pesadilla cuando quien ejerce como Project Manager deshonra su apellido, «Manager», y lleva a cabo tareas que no le corresponden, asume responsabilidades que no son suyas, toma propiedad de riesgos que no le pertenecen y toma decisiones para las cuales no tiene autoridad.
El rol de Project Manager es un rol de gestión, y en concreto de Gestión del Proyecto, al igual que el rol de Service Manager es un rol de Gestión, en concreto de Gestión del Servicio. Gestionar comienza por planificar; no olvidemos que no se puede controlar lo que no se ha planificado, y esto no es una obligación esporádica o puntual. Debe atenerse a metodologías, procesos, roles y responsabilidades basadas en buenas prácticas y/o estándares aplicados de manera adecuada por quien ejerce como Project Manager.
El resultado se traduce en un catálogo interminable de despropósitos en…