Marlon Molina Protagonista del Mes

Antes de empezar la entrevista nos gustaría felicitarte por haber recibido la Medalla al Mérito en la Ciberdefensa, enhorabuena.

Muchas gracias. Me ha hecho especial ilusión recibir la medalla, primero porque se otorga por los servicios prestados en ciberdefensa a la sociedad y al país, con lo que se reconoce la labor que se hace a nivel de concienciación, y de defensa de la nación, incluyendo el ámbito internacional. También porque se entrega a un grupo de personas con las que es un lujo estar en la foto, y seguir colaborando, en especial, la mayoría de los receptores son miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado, y es algo muy ilusionante. En tercer lugar, porque quien te ha propuesto, quien ha secundado, y quien me ha colgado la medalla son profesionales de un altísimo nivel, a quienes respeto muchísimo, y hacen que el reconocimiento tenga aún más valor.

La medalla reconoce el trabajo reciente, es una forma de distinguir una serie de actividades, algo que alineado al empleo hace una certificación, no es por mérito, pero es por esfuerzo y conocimiento. Sabemos que las certificaciones han estado acompañándote desde hace muchas décadas.

Gracias por lo de décadas, es una buena forma de decir experiencia sin llamarte mayor. En efecto las certificaciones han estado presentes en mi vida profesional desde el inicio de mi carrera. La primera certificación que obtuve la hice en Alabama, me certifiqué en un producto de CAD (Computer Aided Design) llamado MicroStation, era el año 1992, desde entonces no he parado. El siguiente paso fue con Microsoft, tuve la suerte de estar entre los primeros ingenieros certificados en 1995, y los primeros con el certificado de instructor, por aquella época los diplomas los firmaba Bill Gates, todavía tengo alguno de estos. Tengo más de 50 certificaciones, aunque he ido migrando y en cierta forma abandonando las anteriores conforme me he especializado en distintas materias, siempre asociado a la tecnología, ahora que lo pienso, he diversificado siempre en el mismo sector.

Cómo se asocia a las certificaciones hoy, en qué estás trabajando.

Estoy trabajando e influenciando en tres líneas muy ilusionantes. La primera es en Computerworld University, donde he tenido la oportunidad de impulsar la certificación Business IT, que es tecnología para no tecnólogos. Tenemos profesionales de prácticamente todas las profesiones certificados en todos los continentes. El último proyecto en el que estamos trabajando es potenciando a mujeres en África para que se acerquen a la tecnología y aceleren pequeños (pero grandes) proyectos innovadores.

El segundo es en Universia, donde estamos motivando estudiantes de más de mil universidades para que conozcan los beneficios de las certificaciones, y si es posible se certifiquen, o al menos lo pongan en la lista de deseos en un futuro cercano, ya que les acerca al empleo de forma más natural, rápida, y efectiva. Aquí también colaboro con ICN que hace de hub para certificadoras en el mundo académico.

El tercer proyecto y más reciente, es con SMI, el Service Management Institute, aunque mis competencias no están directamente relacionadas con el certificado, si me siento unido. En 2019 tuve el honor de recibir el premio “Compromiso con la Profesión” por parte de itSMF España, y en ese año iniciamos el discurso de la necesidad de un enfoque holístico para la gestión de los servicios, de todos los servicios. Actualmente presido el Consejo Asesor de SMI, y ahí tengo la oportunidad de influenciar desde la experiencia y con los mejores.

Hablemos ahora de la gestión de proyectos, ya sabemos que es una de tus competencias, y una en la que además ha enseñado a cientos de personas.

También es una de mis favoritas. En una pregunta anterior comenté que mis certificaciones están relacionadas todas con tecnología, y es que cuando se ve el TOP 10 de las certificaciones de tecnología, o de las certificaciones que se piden a los profesionales de tecnología, la gestión de proyectos es una de ellas, aunque se puede aplicar a todo sector económico.

En el año 2002 completé el certificado de Gestión de Proyectos que desarrolló Franklin Covey, no era un método estrictamente, era más una filosofía asociada al negocio, pero como dijo Ted Turner, hay métodos mejores y peores, pero lo importante es tener un método. También participé en un primer intento en HBS, enfocado a la gestión de proyectos como herramienta del cambio para una organización, no llegó a ser un método, no hacía falta con los diferentes métodos y prácticas del mercado.

En 2006 me certifiqué en PRINCE2 Practitioner, y como instructor y a partir de ahí me volví muy aficionado del método. Simple, directo, y con materiales que puedes entregar a los participantes. Desde entonces enseño y todavía me mantengo en forma.

No has mencionado las metodologías ágiles, tenemos que hacer la pregunta, actualmente son muy populares, qué opinión te merecen.

Por supuesto estoy certificado en Agile, pero no soy muy fan del uso de Agile solo como método o como marco. Para mí Agile tiene un cliente muy específico, por ejemplo las startups, un proyecto de innovación que requiere que se vaya definiendo con la marcha, los proyectos de investigación, y principalmente los proyectos pequeños. Me refiero a pequeños en tiempo, o en recursos, o en presupuesto, o en alcance, o en todas las anteriores.

Yo veo dos características diferenciadoras de los métodos Agile. La primera es el nombre “Ágil”; si le hubieran nombrado “Sprint”, o “Fases”, o “Proyectos con Postits de colores”, seguramente no habría tenido el recorrido que tiene. Pero quién no quiere ser ágil, cómo podría alguien decir que no quiere usar un método ágil. La definición del vocablo “ágil” que da la RAE no se corresponde con lo que hace el método. Dicho de otra forma, usar Agile no hace ágil a nadie. Pero no digo que sea lo contrario.

Lo segundo es que es fantástico en proyectos pequeños. Hay proyectos de gran impacto y gran presupuesto que se desarrollan en dos semanas. Los métodos tradicionales se dejarían un gran porcentaje de esas semanas en documentación. Es estupendo que exista Agile.

Lo importante hoy, es que hay alternativas, y según lo que se necesite se puede elegir. En el caso de la ingeniería, normalmente se definen muy bien las cosas, por esta razón me gusta más la formalidad de los métodos ahora llamados tradicionales.

Qué recomiendas para mantener la ilusión de todo el equipo durante el proyecto

Creo que todos trabajamos en proyectos ilusionantes, quizá no los enfocamos siempre de esta forma. Nuevamente viendo al pasado, en 1990 programé un software usando el lenguaje Pascal, para un proyecto de desarrollo con Sistemas de Información Geográfico, era un software que trabajaba y convertía coordenadas de diferentes sistemas a otros, una tarea que en ese momento no se había automatizado. El código terminó en cientos de universidades e incluso en la Estación Espacial un par de años después. Si le explicamos a todos en la empresa la importancia de lo que hace, sin duda descubrirán que lo que hace es ilusionante y cambia el mundo, o un pedacito de mundo.

Lo realmente relevante de la historia anterior, es que me contaron cada vez que se implantó en una universidad o centro científico, y cada vez que hubo un hito, quizá no cada vez, pero sí las grandes noticias, tome en cuenta que yo era “solo” un programador. Hicimos una versión del producto que era un ejecutable y cuando se cerraba mostraba unos créditos, como si fuera una película con los créditos al final de la proyección. Esto hizo que alguna vez alrededor de esos años, cuando viajé a alguna universidad a dar una conferencia o una clase, alguno de los participantes reconocía mi nombre, no solo por el actor Marlon Brando 😊 sino porque al usar el producto se lo había aprendido, era como ver una película una y otra vez con actores no famosos, terminas conociendo sus nombres.

No solo aplicado a la gestión de proyectos. Si las personas saben que son parte de algo más, que es importante, que hace algo diferente, entonces es muy fácil mantener la ilusión. Quizá debería escribirse un proceso que se llame así “mantener la ilusión”, consistiría en que todos conozcan lo relevante que es su rol.

Queremos preguntarte por el futuro, sabemos que es uno de tus superpoderes, bueno que hacer previsiones es uno de tus trabajos. Cómo ves el futuro de la gestión de proyectos, y tus futuros proyectos. Primero el futuro de la gestión de proyectos.

En 1999 yo trabajaba en Panamá y conocí a un gestor de proyectos que hacía posible que un barco con toda la mercancía contratada para transportarse estuviera a punto para zarpar, primero en tiempo, y si era posible uno o dos días antes, siempre dentro de una ventana. Había perfeccionado el método basado en PMBok, y cobraba según los ahorros medios, más o menos, por semana hacía unos veinte mil dólares… sí veinte mil dólares a la semana. Además de la magia que había desarrollado este profesional, me daba mucha envidia de la buena, lo que explica por qué también entré en este campo, aunque lo de los veinte mil a la semana no lo he conseguido.

Han pasado más de veinte años y si me lo permiten todos los expertos que leen esta publicación, poca evolución se ha conseguido. Sigue siendo muy elitista, menos, pero elitista. Nadie imagina que de normal, personas en secundaria se certifiquen en proyectos, aun cuando los inconscientes docentes sueltan esas frases absurdas de “hacer el trabajo en grupo para que aprendan a trabajar en grupo”, sería lo mismo decir “hacer el trabajo en chino para que aprendan chino”, es una tontería. La razón por la que no le enseñan a gestionar proyectos es simple, porque ellos tampoco saben. Ahora subamos en el organigrama, me parece temerario un consejero, un rol de presidente, o una directiva que no esté certificada en la gestión de proyectos. No me vale que sepa o haya leído, o asistido a un curso, debe estar en posesión de un certificado, es decir, medido.

De la misma forma que el gestor de proyectos de los barcos, creo que hay una oportunidad casi infinita para hacer un poco de “tailoring”, no es que en inglés suene mejor, los gestores de proyectos conocen el concepto, es básicamente “adaptar”, a la empresa, al sector, al momento, etc.

La tercera dimensión por trabajar está en la gestión de beneficios. Se habla en el Business Case, se convence a los inversores, y después no se mide, se caya como si fuera prohibido. Quizá vivimos en una época en la que se va a gran velocidad y no da tiempo para medir, pero debería hacerse. En todo. Tome por ejemplo el proyecto que llevó a la creación del Reglamento General de Protección de Datos, si alguien se toma el tiempo para medir los resultados, y ese alguien debería ser la Unión Europea, debería medir si realmente ha protegido, si ha servido, y los ajustes que se necesita hacer en base a lo que prometió el primer día. Así con todos los proyectos. El aprendizaje sería enorme.

En resumen, creo que hoy no hay ni un 3% de los gestores de proyectos que debería haber.

Finalmente, en qué proyectos ilusionantes estás trabajando.

Como dije anteriormente, creo que todo es ilusionante. En particular, transformar a mejor lo que hacen las personas es fascinante. Uno de los proyectos en los que colaboro junto con la Organización de Estados Americanos me permite hablar con legisladores y legisladoras, y aportar un poco de conocimiento de la tecnología y del impacto en la sociedad. Especialmente en el campo de la ciberseguridad. Este año voy a poder guiar dos proyectos con varios miles de ciudadanos que tendrán la oportunidad de impulsar sus comunidades a la era digital.

Otro proyecto que estoy configurando tiene que ver con la ciberseguridad, esta vez con el apoyo de la computación cuántica. Es más complejo, no solo porque la mecánica cuántica es una ciencia todavía incompleta, sino por el impacto global y la cantidad de recursos involucrados en varios continentes. En un paso intermedio, estoy dirigiendo la creación del Libro Blanco de la Ciberseguridad Fintech, como parte de un mega laboratorio internacional, con cientos de protagonistas.

Todo esto es algo que la tecnología informática y de las telecomunicaciones nos permite hoy, ser parte de un cambio de era.

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