La Oportunidad de aprovechar la (Tecno) Transformación Digital

Articulo "La oportunidad de aprovechar la (Tecno) Transformación digital." de Juan Jesús Urbizu en la Sección "Tecnotransformación" de la Revista Stakeholders.news

Antes de continuar con nuestro, quisiera pensar que apasionante, viaje de tecno transformación, quisiera reflexionar sobre una cuestión puesta de manifiesto hace “algunos” años por un tal Heráclito de Éfeso (540 a.C.) que nos dijo “lo único que permanece constante es el cambio” y esta paradoja cada vez se hace más evidente.

Desde luego, estoy firmemente convencido de que, a cualquier nivel, pero sin lugar a dudas, en la empresa, la transformación digital no debería ser un proyecto o un plan, ni siquiera un programa. Creo que, al establecerse como generadora de valor y, por supuesto, de ahorro de costes, debe llegar a ser una nueva forma de entender, realizar y desarrollar el negocio, convirtiéndose en un (nuevo) modelo de gestión.

Limitarnos en nuestra propia evolución o en el desarrollo porque no tenemos cultura de innovación o porque una vez lo intentamos y no salió bien, permanecer en nuestra zona de confort, NUNCA es una buena opción, pero especialmente en estos tiempos en los que el cambio es continuo, resulta la peor decisión y, sin lugar a dudas, puede resultar fatal para el futuro de la empresa, ¡de NUESTRA empresa!

Las empresas (la nuestra también), a medida que se desarrollan, van adquiriendo más conocimiento, más capacidades y, en situaciones normales, un desarrollo estable y sostenible. La disrupción que se está produciendo en el ámbito de los negocios, fruto de la revolución digital que ofrece nuevas posibilidades, facilita salir de nuestra zona de confort y romper con las viejas rutinas.

La clave está en entender, aprovechar y acelerar la transformación digital (acordaos de que deberíamos tener y aplicar criterios coherentes en este proceso -ver número anterior-) para poder diferenciarnos a una velocidad que se incrementa de forma exponencial, de aquella competencia que se muestre más dubitativa o reticente.

Los cambios se están produciendo y sucediendo a un ritmo impresionante y a la vez, incremental. Las tecnologías y las posibilidades que ofrecen se multiplican cada vez más rápidamente, provocando una transformación global en la que los cambios originan y provocan más cambios, lo que nos lleva a concluir que estamos ante un cambio de era y no ante una era de cambios.

El paso hacia la verdadera industria 4.0 (no es mi expresión favorita, por su sobreutilización, muchas veces errónea, de ahí lo de “verdadera”) ya está generando procesos más rápidos y eficientes, permite personalizar la producción en masa al colocar, por fin, al cliente en el centro, posibilita optimizar la gestión de los edificios o gestionar el tráfico de las ciudades (Smart) permitiendo, además de una mejora de la circulación, una disminución de la contaminación y, por tanto, haciendo un poco más sostenible el entorno urbano.

A su vez, estamos asistiendo a la aparición de un gran número de empresas y modelos de negocio basados en la tecnología y dependientes de ella, que dan respuesta a las demandas de la sociedad al beneficiarse (entendiendo, aprovechando y acelerando) de una evolución tecnológica sin precedentes.

Lo verdaderamente increíble de todo esto, es que, a pesar de que buena parte de las personas responsables de las empresas, conocen el potencial y las ventajas de la digitalización (en su sentido más amplio) solo una pequeña parte pone de manifiesto disponer de una estrategia digital formalizada. Sin ir más lejos, desde una iniciativa promovida desde SOSTIC (ecosistema innovador para la transformación digital, promovida por AERTIC- clúster de empresas TIC de La Rioja) se pretende investigar en este tema, mediante, una iniciativa para conocer el grado de madurez digital de nuestras empresas que, entre otros aspectos valora la estrategia de digitalización empresarial, permitiendo conocer qué inversiones se han realizado o están planificadas para realizar, la adopción actual de tecnologías digitales, tanto en el plano más estándar, como en los aspectos más avanzados, la gestión de la información/ datos captando la forma en que los datos se almacenan digitalmente, se organizan  dentro de la empresa, se hacen accesibles a través de dispositivos conectados y se explotan con fines empresariales, sin perder de vista la garantía de una protección  suficiente de los datos mediante planes de ciberseguridad, etc., porque efectivamente es un tema que causa preocupación y, porque no podemos olvidar, que, para conseguir que la digitalización sea definitivamente una realidad, el proceso de transformación debe comenzar por nosotros mismos y por nuestra forma de afrontar nuestros retos diariamente, nuestro proceso de mejora continua, nuestra reflexión sobre las lecciones aprendidas, en definitiva, nuestro trabajo.

Cuando la empresa entiende, valora y, finalmente incorpora una estrategia de transformación digital, sin duda va a poder atender muchísimo mejor a las personas que trabajan en ella y, por supuesto a sus clientes, colocando a las personas, sean clientes o trabajadoras, en el centro. No olvidemos que la tecnología es una herramienta, pero debe ser utilizada, desarrollada y aportar valor a las personas. A su vez, teniendo claro que, las empresas (la nuestra también) deben asumir el compromiso de liderar el cambio, no podemos olvidar que ello deberá estar sustentado en un plan estratégico impulsado por las PERSONAS que dirigen esas compañías y será entonces y solo entonces, cuando el verdadero proceso de transformación digital se lleve a cabo en la organización. Porque la realidad nos muestra que resulta necesario, casi imprescindible, implementar una estructura organizacional ágil en donde la tecnología sea la clave de acceso al proceso de transformación.

Resulta imprescindible que las organizaciones pierdan el miedo a invertir, perdón a INVERTIR (que no a gastar) en tecnología, siempre con criterio y dentro de un plan. Porque, si se lleva a cabo, los ahorros de costes generados y la mejora de la rentabilidad, ayudarán a financiar rápidamente dichas inversiones y a permitir a estas organizaciones avanzar adecuadamente.

Esta circunstancia, mejor dicho, oportunidad, impacta en todo tipo de organizaciones, pequeñas, medianas y grandes (en la nuestra también), de cualquier sector y en cualquier lugar. Todos debemos adaptarnos con la máxima velocidad a la nueva realidad, que cambia de nuevo antes de que nos demos cuenta.

Tal como comentaba en el artículo pasado, hoy en día, decidir desde el conocimiento preciso y en tiempo real y no resultar ser otra persona con opinión, se ha convertido en el desafío de las empresas y de las personas que las dirigen. Evidentemente, no podemos permitirnos el lujo de esperar a ver qué pasa, ni tampoco actuar con prepotencia asumiendo que lo sabemos todo (especialmente si no disponemos de la información adecuada en el momento preciso), a veces, incluso, antes de que suceda, simplemente porque esto es mío y lo he creado yo. Cualquiera de estas actitudes nos llevará, sin lugar a dudas, al fracaso y previsiblemente lleven a la empresa a pasar a “mejor vida”.

Hoy en día, gracias a los avances proporcionados por los avances tecnológicos (IoT, Big Data, IA…) tenemos a nuestro alcance una cantidad casi ilimitada de datos, que debemos ser capaces de convertir en información para, a su vez, generar conocimiento y saber manejarlo, comprenderlo y aprovecharlo, para generar una verdadera ventaja competitiva.

La verdadera transformación no se conseguirá solo invirtiendo en tecnología, que sin duda será imprescindible, se trata de estimular e incentivar el cambio en positivo, en buscar la mejora de forma continua, se debe buscar ampliar nuestra visión e intentar comprender la nueva realidad que se sustenta en un entorno incierto, volátil, complejo, global (sin fronteras) y con el cambio continuo y cada vez más rápido, como constante.

Tenemos ante nosotros una enorme oportunidad para replantear nuestras organizaciones y no sólo invertir en tecnología. Igual debemos plantearnos nuevas formas de pensar para evolucionar nuestra cultura corporativa, aprovechando, desde luego, la potencia que nos proporciona la tecnología, pero sin olvidar que las personas deben seguir siendo el centro de nuestras decisiones y de nuestra estrategia. Sin lugar a dudas, la transformación digital es una realidad que debemos afrontar, pero teniendo siempre presente que se trata solo de una herramienta que trata de mejorar la vida de las personas a través de la mejora de las (nuestras) organizaciones.

No podemos, no debemos, mirar hacia otro lado, ni, por supuesto, ir contra la realidad, la tendencia o el progreso que supone el avance tecnológico. Nunca antes hemos podido disponer de tantas herramientas, de un acceso casi ilimitado a la información y del potencial de desarrollo que todo ello nos facilita. No podemos permitirnos el lujo de dejar pasar esta grandísima oportunidad que se nos ha brindado, desperdiciando el tiempo que nos ha tocado vivir. Es nuestra responsabilidad contribuir al avance y a diseñar y construir el futuro, escribiendo la parte que nos toca de la historia.

Decía Darwin [Charles Darwin, naturalista inglés, 1809-1882] que “No es la más fuerte de las especies la que sobrevive, tampoco es la más inteligente la que sobrevive. Es aquella que se adapta mejor al cambio” Debemos pues, ver la necesidad de cambio siempre como un beneficio y oportunidad de mejorar, no como una amenaza.

¡Hasta nuestro siguiente encuentro!

Juanje Urbizu colaborador de la Revista Stakeholders.news

Juan Jesús Urbizu

Soy Project Manager de mi propia empresa, ¿Qué más puedo pedir? Disfruto mucho cuando nuestros proyectos provocan auténticas transformaciones en los procesos. Riojano de adopción (por el poder del anillo) y apasionado de los viajes y la gastronomía y tras muchos años de experiencia os puedo garantizar que la mejor botella de vino es la que compartes con unos buenos amigos.

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