
¿Aún no sabes cual es la “Velocidad de Gobierno” de tu organización?
Durante toda mi trayectoria profesional, vengo siendo testigo de un fenómeno recurrente en muchas organizaciones: una sed insaciable de cambio, una aceleración constante hacia el futuro impulsada por la promesa de innovación, crecimiento y ventaja competitiva. Es el grito de guerra silencioso de «¡A toda máquina!», una mentalidad que prioriza la transformación, el lanzamiento de nuevos productos, la conquista de mercados inéditos y la implementación de tecnologías disruptivas. Este impulso, encapsulado en lo que a menudo llamamos «Change the Business» (CtB), es vital. Sin él, las empresas se estancan, pierden relevancia y eventualmente desaparecen. Sin embargo, he observado también la peligrosa trampa que se esconde detrás de esta carrera frenética cuando se ignora la otra cara de la moneda: la operación diaria, el motor que mantiene la organización en funcionamiento, conocido como «Run the Business» (RtB). Lanzarse «a toda máquina» con las iniciativas de cambio sin tener un RtB sólido, optimizado y estable no es una señal de agilidad, sino de precipitación convirtiéndose en una receta para el desastre.
El corazón de cualquier organización late al ritmo de sus operaciones cotidianas. El RtB es la facturación que llega puntualmente, el servicio al cliente que resuelve incidencias, la cadena de suministro que entrega a tiempo, los sistemas informáticos que funcionan sin interrupciones. Es el conjunto de procesos, personas y tecnologías que generan los ingresos actuales, satisfacen a los clientes existentes y mantienen la estabilidad necesaria para siquiera pensar en el futuro. A menudo, el RtB es visto como algo mundano, menos glamuroso que los brillantes proyectos de transformación. Se da por sentado, como el aire que respiramos, hasta que empieza a fallar. Y es precisamente aquí donde la obsesión por el CtB a expensas del RtB muestra su cara más destructiva…