Desde pequeño mi pasión por el liderazgo fue uno de mis “hobbies”, veía a mi padre y madre líderes por naturaleza y cuando crecí, y todavía no tenía cargos de liderazgo, me enfocaba en mirar a mis líderes y los líderes de mis líderes para aprender, las decisiones que tomaban y como esto impactaba en la organización. Mientras avanzaba en mis años del mundo corporativo, comencé a tomar nuevas responsabilidades, pero yo quería liderar, quería ser como mi padre y madre, pero en el mundo corporativo, ahora no sabía si tenia o no las habilidades, y comencé a prepararme en temas relacionados a Oratoria, Management, Gestión y obviamente Liderazgo. Recuerdo la cara de mi jefe de la época cuando un día le digo; Necesito 4 días de vacaciones ya que me voy a ir a estudiar ¿Qué me dijo? A Estudiar, ¿Cómo pides vacaciones para estudiar?, le dije quiero tomar un curso que se da pocas veces en el año y estoy esperando hace tiempo para tomarlo; si bien me miro “como bicho raro”, me dio los días sin problemas.
La emoción por participar en el curso era grande, llegué 1 hora antes de la actividad, el Speaker ya estaba en sala junto al equipo que lo acompañaba, recuerda que eran Dos Speaker y un camarógrafo, al verme tan temprano llegar ambos se acercaron a mi y me saludaron; uno de ellos me dijo iniciamos más tarde, si le dije, más me gusta llegar temprano y responde; en este curso, desde que inicia a la sala te estamos evaluando, bienvenido. El curso en cuestión era de Oratoria, con la Licencia de Dale Carnegie; yo había leído a los 15 años el libro Como ganar amigos e influir en las personas y desde ahí que me enamoré de su filosofía y sus entrenamientos; fue un curso increíble, intenso de mucho aprendizaje, redes de contacto, pero la forma de abordar el curso me dejo impactado; como decimos en Chile “quedé rayando la papa” le contaba a quién me preguntaba y al que no también de lo bueno que había sido el curso y todo lo que había aprendido.