El Nakagin Capsule Tower, un imponente hito arquitectónico situado en el pulso vibrante de Tokio, nació en la década de los 70 como una promesa palpable de la arquitectura del futuro. Diseñada por el vanguardista arquitecto Kisho Kurokawa, esta edificación sobresalía por su innovadora composición de módulos prefabricados, las cápsulas en torno a unos núcleos verticales centrales que delineaban una visión novedosa de lo que la vivienda del futuro podría ser: flexible, mutable, lista para adaptarse a los cambiantes vientos del tiempo.
El proyecto contaba con dos torres centrales de 13 plantas de altura que albergaban infraestructuras para 140 pequeñas unidades de vivienda prefabricadas, las cuales estaban adheridas al exterior de las torres. La idea era que las unidades individuales pudieran ser reemplazadas o incluso trasladadas a diferentes ubicaciones. Originalmente promocionadas en los documentos inmobiliarios como «Cápsulas de Negocios» para que los hombres de negocios tuvieran un espacio privado durante la semana, las cápsulas prefabricadas contaban con una sola ventana circular, un baño completo, una cama empotrada y un escritorio plegable.
Este edificio se alzó como un baluarte del Movimiento Metabolista, un movimiento artístico que intentaba fundir la vitalidad orgánica con la funcionalidad de la arquitectura sintética. En un tiempo de rápido avance tecnológico y fe ciega en un futuro de posibilidades ilimitadas, el edificio se posicionó como un faro de la utopía arquitectónica.
Sin embargo, la rueda del tiempo no favoreció al proyecto de Kurokawa..
A pesar de su diseño revolucionario y su potencial para una fácil remodelación y adaptabilidad, la Nakagin Capsule Tower no logró convertirse en el modelo de vivienda futura que prometió ser. Con la mayoría de sus unidades sin las facilidades básicas necesarias para la vida moderna, el edificio se convierte en un espejo del contraste entre los sueños utópicos y la vida real. La utopía futurista del siglo pasado vista desde la perspectiva del siglo XXI, revela una profunda desconexión entre los ideales visionarios y la realidad pragmática.
A medida que el vecindario circundante se desarrollaba, la empresa inmobiliaria Nakagin invirtió poco en el mantenimiento de la Capsule Tower. Esta falta de mantenimiento, sumada a los desafíos intrínsecos del concepto original, como la dificultad de reemplazar o mover unidades individuales, llevó a que el edificio se deteriorara con el tiempo.
Carlos Javier Pampliega es Arquitecto especializado en la Gestión de Proyecto y Riesgos, en diferentes sectores, es Certified Associate in Risk Management por la George Washington University. Certificado Project Management Professional (PMP), amplía su ámbito de actuación a otros sectores, incorporando las Metodologías Ágiles de desarrollo de Proyectos como Professional Scrum Master. Es voluntario del Project Management Institute (PMI) y Secretario de la Junta Directiva de su Capítulo en Madrid.