
Recuerdan que les he mencionado anteriormente que Puerto Rico se encuentra en un punto de inflexión histórico, impulsado por la llegada de fondos federales sin precedentes (por encima de los 120 mil millones de dólares) para la reconstrucción, la resiliencia y el desarrollo de múltiples proyectos. Pues desde la toma de posesión del Presidente Donald Trump, como decimos acá, “la cosa apretó”. Una porción significativa de estos fondos está en riesgo de ser revertida por el gobierno de los EE. UU., si Puerto Rico no demuestra el progreso y uso efectivo de los mismos. Ante este panorama, la implementación de la inteligencia artificial (IA) y de tecnologías exponenciales se presenta como la gran oportunidad de acelerar y asegurar el éxito de cada iniciativa, desde su conceptualización hasta el cierre formal.
En mis artículos anteriores he abordado cómo la gobernanza, el liderazgo transformacional y la formación continua en gerencia y liderazgo de proyectos pueden marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de cada proyecto. ¡Y eso lo sostengo! Ahora, me toca enérgicamente llevar el mensaje de que tenemos integrar de forma estratégica la IA para potenciar cada fase del ciclo de vida de los proyectos, maximizando recursos, anticipando riesgos y fomentando la transparencia. El momento de actuar es ahora; si no abrazamos estas tecnologías, corremos el peligro de desperdiciar los recursos y de perpetuar la brecha entre lo que Puerto Rico es hoy y lo que puede llegar a ser en la próxima década.
El escenario de Puerto Rico, descrito en mis columnas previas, evidencia la magnitud y complejidad de los retos que enfrentamos. Sin embargo, este entramado organizacional cobra una dimensión aún más poderosa cuando integramos soluciones basadas en IA, que no solo facilitarán el monitoreo de fondos federales, sino también la optimización de recursos y la colaboración ágil entre agencias gubernamentales, entidades privadas y organizaciones sin fines de lucro.